En patologías que afectan la autoestima como la psoriasis, el abordaje multidisciplinario resulta clave.
La piel es el órgano que nos presenta al mundo. Y por eso, los problemas de salud que en él se expresan suelen tener consecuencias que van mucho más allá de lo físico: muchas patologías dermatológicas tienen un impacto emocional significativo para el paciente.
Un ejemplo significativo es el del vitiligo, que no es grave para la salud pero que en algunos casos puede cubrir partes del cuerpo muy visibles y genera una importante afectación de la autoestima.
Otro caso es el de la psoriasis, que afecta a medio millón de personas en la Argentina. Las placas a la vista que produce esta enfermedad suelen generar rechazo y discriminación. Lo mismo ocurre con la hidradenitis supurativa (HS), otra patología que al igual que la psoriasis tiene un origen autoinmune, y que se manifiesta con pústulas que pueden supurar, mojar la ropa y dar mal olor. Las lesiones también pueden ser muy molestas y/o dolorosas, y limitar la capacidad de las personas para realizar actividades de su vida cotidiana.
Las cifras del impacto
El año pasado, en el marco de su congreso Psoriatika, la Asociación Civil para el Enfermo de Psoriasis (AEPSO) difundió datos que revelan cómo los pacientes traducen la estigmatización, vergüenza y depresión causadas por su enfermedad.
De acuerdo a sus relevamientos, un 74% refirió tener baja confianza, un 83% suprimió actividades deportivas y un 33% evitó tener relaciones sexuales.
Respecto de la hidradenitis supurativa, datos presentados en 2018 en el Congreso Europeo de HS mostraron que esta población tiene un mayor ausentismo laboral que la media (60%) y también una tasa de desempleo casi siete veces mayor.
Buscar estrategias
Entender este impacto y comprender que las enfermedades de la piel pueden ser potencialmente discapacitantes es un primer paso para que el paciente y sus familias aborden estos aspectos que no son estrictamente físicos pero sí hacen también al control de la patología y a una mejor calidad de vida.
Buscar ayuda profesional y tener un enfoque multidisciplinario en el tratamiento desde el inicio no sólo mejorará la adherencia y la respuesta.
De hecho, la Sociedad Argentina de Dermatología cuenta con un grupo de trabajo de Psicodermatología. Además de las mencionadas enfermedades, hay muchas otras que pueden requerir una consulta en psicodermatología, como la dermatititis atópica, el acné y la rosácea.